La Concha Acústica Luis Ariel Rey, un sitio que el centro de Villavicencio extraña
“¡Claro que me acuerdo de la Concha Acústica Luis Ariel Rey! De niña allí se vivían los conciertos de grandes artistas y muchos años después mis hijas se presentaron en ese mismo lugar”, dijo con entusiasmo Ana Isabel Acosta Montañez, quien es docente y pedagoga.
Como muchos habitantes de Villavicencio, Ana Acosta recuerda la plazoleta de Los Centauros como uno de los lugares de encuentro para la cultura y la música de los llanos, pero que se ha transformado con el crecimiento, desarrollo del municipio y en el caso de la Concha Acústica, según comentan los folcloristas llaneros hoy no existe por orden del ex alcalde y actual gobernador del Meta Juan Guillermo Zuluaga.
Esta se encontraba ubicada en el corazón de la ciudad, un lugar estratégico para el comercio. Antiguamente era una calle concurrida donde se reunían los ganaderos y agricultores de la región a negociar lo que producían. Para ese entonces no había muchos edificios, menos un centro comercial.
Lo que sí se podía observar en la misma zona era la Clínica Meta, la Cárcel de Villavicencio, el Concejo Municipal y las primeras agencias de transporte. Más tarde llegaron las mejores discotecas y restaurantes, por lo que se convirtió en un sitio obligado de entretenimiento nocturno, un espacio turístico que le daba la bienvenida al municipio a los forasteros.
Camilo Humberto Caballero, historiador oriundo de la "puerta del llano", mencionó que aproximadamente para el año 1970 bajo la administración municipal de Rito Antonio Mariño Rodríguez se construyó una especie de parque que tenía una curiosa forma de triángulo, donde había bambú y un gran árbol de mango. Sencillo como lo eran este tipo de estructuras para dicho momento de la historia.
Fotografía de Oscar Pabón Monrroy
Ese mismo año fue construida la concha acústica que le rindió tributo al Jilguero del Llano, llamada Luis Ariel Rey. Poseía un techo y un pequeño pero agradable escenario y no tardó en convertirse en el lugar más concurrido del centro del municipio.
Fue el lugar predilecto para las presentaciones artísticas del emblemático Festival de la Canción Colombiana. Por sus suelos desfilaron atractivas mujeres candidatas a los reinados folclóricos y los actores de la política, porque los candidatos del Senado, la Cámara de Representantes y aspirantes a la alcaldía de Villavicencio y gobernación del Meta, pronunciaban sus discursos en esta concha acústica.
"En la plazoleta de Los Centauros también se presentaban los mejores cantantes y compositores, y después venía la rumba popular. Se miraba a la gente joropeando y gozando de la música", aseguró Camilo Humberto Caballero.
De repente con el pasar del tiempo y debido al abandono gubernamental, se convirtió en el orinal por excelencia de los bohemios y el dormitorio para los habitantes de calle. Con esta nueva realidad dejó de ser turístico y desafortunadamente, se convirtió en una problemática para los comerciantes del sector, que temían por la inseguridad que ocasionó la situación.
Aproximadamente para el año 2005 la alcaldía de Villavicencio realizó una inversión de 113 millones de pesos para darle vida nuevamente a la concha acústica Luis Ariel Rey con obras que implicaron el cambio total de la cubierta, el mantenimiento de la estructura mecánica e iluminación.
Fotografía de Oscar Pabón Monrroy
"Cuando la plazoleta fue remodelada se realizaba la presentación de los semilleros llaneros y los conciertos de las escuelas de música", explicó Ana Acosta.
Debido a que las intenciones de recuperar la Concha Acústica Luis Ariel Rey no fueron muy efectivas, nuevamente cayó en estado de abandono y bajo la alcaldía de Juan Guillermo Zuluaga se eliminó este espacio de la cultura y con ella murió la posibilidad de volver a vivir las jornadas de folclor y entretenimiento.
En el 2016 fue remodelada la plazoleta Los Centauros y allí fue instaurado un monumento de un chigüiro, ganador de un concurso que lideró la alcaldía de Villavicencio. Donde quedaba la concha acústica estaba ubicado un café y heladería, que actualmente tampoco existe.
De aquellos años dorados cuando el joropo resonaba en la plazoleta tan solo queda un viejo árbol testigo de los días de parrando.