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We Love Villavo

La Calle de las Talabarterías, un sitio histórico de Villavicencio


Villavicencio era un punto obligado para los vaqueros que transportaban grandes cantidades de ganado desde Arauca, Casanare y desde diferentes partes del Meta, al ser el municipio del llano más cercano a la capital de Colombia, razón por la cual existen varios establecimientos dedicados al oficio artesanal de productos en cuero relacionados con el mundo equino.


Aquella calle que día y noche olía a cuero crudo es ahora un sitio histórico, con poco más de 6 sitios especializados en el oficio de la talabartería, pero que aún conservan la tradición de esta manifestación artística.

Este emblemático lugar del que estamos hablando se encuentra ubicado en la carrera 33, está la cuadra arriba del edificio de la Gobernación del Meta. Actualmente la Calle de las Talabarterías, como se le conoce desde hace varios años, es una zona comercial donde se encuentran diferentes establecimientos como restaurantes, ópticas, licoreras y mucho más.


A pesar de la transformación de la ciudad, y la misma tradición ganadera que ha reemplazado los caballos por los automóviles y ha sustituido el cuero por el plástico, aún hay personas que se dedican a este oficio tradicional y antiguo, que ha contribuido a la formación de la identidad cultural del llano.

“Yo siempre he pensado que en ningún momento se va a acabar el valor de los productos artesanales, pero en el momento en que ya no se aprecie, ese día se acaba la cultura. Los talabarteros ofrecemos productos hechos cuidadosamente a mano que representan las raíces del llanero y la historia del territorio”, le dijo a We Love Villavo Carlos Andrés Ramírez Ordoñez, talabartero desde hace 15 años.

Paulo Enrique Díaz, un gestor cultural araucano y portador de los cantos de trabajo de llano, asegura que “llanero que se respete le cuida el lomo a su caballo, porque este animal es su amigo, su confidente, tan importante como un miembro de su familia”.

Por eso los hombres y mujeres que aún se dedican al trabajo de llano, como se hacía en antaño, llegan a la calle de las talabarterías en busca de una buena silla para su caballo, aperos, correas y hasta bolsos y otros productos elaborados en cuero.