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El Ánima de Santa Helena | Mitos y leyendas del llano


En los llanos orientales no existe habitante que desconozca un poema convertido en leyenda que narra la trágica historia, sucedida en un parrando, casa de Ramón Herrera, donde una bella catira, recién quinceañera, perdería la vida para convertirse en el ánima de Santa Helena.


El investigador y folclorista Héctor Paúl Vanegas es recordado por ser el compositor de poemas recios que aún viven en la antología de la música llanera, uno de estos se convirtió en el relato que hace parte de la tradición del departamento del Meta.

“Ese poema se oye con mucha insistencia en todo el llano, en las emisoras. Y aparece en el Meta como una leyenda y fue tomando fuerza, tanto que aquí en Villavicencio en el sendero de Mitos y Leyendas del parque Las Malocas hay una representación del ánima de Santa Helena”, explicó el escritor e historiador Hugo Mantilla

Desde hace más de 50 años se revive en la tierra sabanera, aquel 16 de enero, día del fatídico suceso. Don Ramón, un hombre de gran faena, celebraba las 15 primaveras de una bella catira, y como es “ley del llanero darle la mano al que llega”, se daba comienzo a la gran fiesta.

Eran la 6 de la tarde y sonaban golpes llaneros, cuando llegaron dos hombres, quienes fueron los culpables de un sombrío lamento, porque marchitaron una flor que apenas estaba viviendo.

Vestían de traje negro, sombrero, revolver y cartucheras, pero fue el primero el que entró con ademán de fiereza manifestando: "yo vengo de Santa Rita, contrapunteo con cualquiera".


El cielo se despejó y las estrellas fueron testigos de aquel desastre, que en medio de la llanura estaba a punto de presentarse. El sonido de la noche y la naturaleza al unísono con el arpa y las maracas, dieron paso a los versos.

"Yo soy gavilán primito cuando me enfrento a la presa, soy un toro cimarrón que no lo alcanza la bestia, soy código de valor con ley de naturaleza, sí me saludan saludo si me la buscan la encuentran".

El público emocionado zapateo esperando la respuesta del intrépido coplero:

"Mi nombre lo tengo escrito con el poder y la fuerza, de estar oyendo mentiras tengo la barriga llena, yo soy el hombre que en vida se llevará a esta doncella, catirita ojos azules a quien le brindan la fiesta".

Aquellas palabras causaron un desastre y como si de espinas se tratasen, su contrincante le contestó con firmeza:

"Quién ha visto que un padrote se deja quitar una yegua, por un caballo capón de engorde y para la venta, de eso yo estoy muy seguro me atrevo a cerrar una apuesta, acomódese el sombrero cuñado buen viaje y peseta".

De repente se armó la pelea, y para infortunio de quien inició la contienda, quedó con un balazo en la frente cegando su vida, pero lo que más dolió aquella noche llanera, fue la bala traicionera que manchó el suelo con la sangre de la bella y joven damisela.

“Con sin igual cobardía y como apostando carreras, se fue dejando un amigo que acompañó en la reyerta, un jinete forastero en el hato de Santa Helena, aborreciendo la vida del llanero de estas tierras”.

Dicen que en el Cinaruco, frontera con Venezuela, cada año marcando la misma fecha se ve un alma vagando en el cuerpo de un muchacha, de aspecto delicado e inigualable belleza, ahuyentar a los forasteros que se acercan al hato de Santa Helena.



Agradecimientos al escritor e investigador Hugo Mantilla Trejo, quien ha aportado información para la construcción de Mitos y leyendas del llano. Redacción y recopilación de información Saida Niyireth Rodríguez Garzón. Ilustración realizada con bolígrafos por el artista Oscar Mancera.



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