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Vive la magia ancestral de Cerro Azul: Arte rupestre, cuevas misteriosas y vida salvaje


Un paraíso tropical estacional y uno de los lugares más asombrosos de arte rupestre a tan solo 285 kilómetros de distancia de Villavicencio, es lo que se puede hallar luego de adentrarse en el pulmón de la naturaleza hasta llegar a un lugar conocido como Cerro Pinturas en el departamento del Guaviare.


Este cautivante lugar se encuentra ubicado en San José del Guaviare, a una hora en vehículo del casco urbano, específicamente en la vereda Cerro Azul. Nuestro plan inició a las 8:00 de la mañana, y así comenzó nuestra travesía hacia el enigmático Cerro Azul, un lugar sumido en la naturaleza que tiene un tesoro de arte rupestre cuyos paneles de pinturas realizadas por indígenas han sido testigos silenciosos de más de 12 mil años de historia.

El recorrido de aproximadamente 4 kilómetros, se convirtió en un sendero de encanto y descubrimiento para quienes hicimos este maravilloso plan turístico. La fauna y flora se presentaron en toda su diversidad y esplendor, como actores de una obra de teatro natural.


En este mágico lugar te encontrarás primates como el churuco, el maicero y el mono ardilla; además de cajuches, diferentes tipos de murciélagos, gran variedad de aves, diferentes herpetos y si cuentas con mucha suerte podrás avistar al majestuoso y sigiloso jaguar, cabe mencionar que allí habitan cinco especies de felinos, que según habitantes de la comunidad han sido captados por cámaras trampa instaladas por la WWF a través del proyecto el Corredor del Jaguar.

Fue así como poco a poco fuimos adentrándonos en las misteriosas profundidades de Cerro Azul y sumergiéndonos en un abrazo cautivador de la madre tierra. Entramos a una cueva y recorrimos sus 210 metros de largo, mientras sentíamos mucha curiosidad y un poco de nervios al caminar en una oscuridad absoluta que se volvía un pasadizo hacia lo desconocido. Allí, entre las sombras cinco tipos distintos de murciélagos habitaban en silencio, desplegando sus alas mientras nos veían ingresar a su hogar.


Al salir de la cueva nos dirigimos hacia las alturas del mirador, y desde allí pudimos apreciar la selva que se desplegaba majestuosa, como un mar de verdes interminables. Una vista imponente, capaz de acariciar los sueños más profundos del alma. Nuestro corazón se llenó de asombro y gratitud ante la grandeza de la creación, mientras la mirada se perdía en el horizonte verde que se extendía hasta donde alcanzaba la vista.

Pero más allá de las maravillas visibles, hubo algo más en esta experiencia. Los guías baqueanos y profesionales, conocedores del alma de aquel lugar, nos acompañaron en cada paso con su sabiduría. Sus historias y enseñanzas se deslizaron suavemente entre el intercambio de palabras, abriendo una puerta hacia una comprensión más profunda del entorno y de nosotros mismos. Su compañía convirtió cada momento en algo significativo e inolvidable, como un susurro de conocimientos que se grabaron en nuestra memoria.


El sol comenzó a descender en el horizonte, y nos dirigimos hacia el puente Nowen el cual separa a los departamentos Meta y Guaviare, sobre él se tejió un manto dorado coloreando el paisaje y por supuesto aprovechamos para tomar unas buenas fotografías. Sobre las 6:00 p.m. regresamos al hotel con el corazón lleno de gratitud y el espíritu enriquecido por la experiencia vivida.

Cerro Azul es un lugar donde la belleza y la historia convergen en un abrazo eterno, nos fuimos con la certeza de haber sido testigos de la majestuosidad de un lugar natural único y excepcional que, sin duda alguna, hay que conocer y ¿Por qué no?, ¡volver a visitar!

"Para nosotros es muy importante la labor que hacen ustedes los creadores de contenido y los medios de comunicación, este territorio necesita ser desestigmatizado", Jeffer Toloza, guía baqueano de Cerro Azul.




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