El Trompo y el Mararay, juegos tradicionales del llano
Con nostalgia Hugo Mantilla Trejo, un fiel defensor y gestor de la cultura llanera, recuerda sus primeros años de vida en el campo y la sabana, donde disfrutaba de las manifestaciones culturales durante la Semana Santa.
“Recuerdo esos días en el llano adentro, cuando el viernes y el sábado santo jugábamos todo el día a la zaranda, el trompo y el mararay” le dijo a We Love Villavo el escritor del Diccionario Llanero.
En un pequeño municipio de Arauca, específicamente Cravo Norte, nació y vivió Hugo Mantilla hasta 1949, para esa época la Semana Mayor era un momento del año donde la tradición y el respeto por las costumbres se hacían evidentes.
Familias enteras; niños, jóvenes y adultos se reunían para compartir la gastronomía y los juegos típicos. Uno de esos objetos didácticos exclusivos para los días santos era el trompo, el cual está hecho principalmente de madera y era utilizado por los hombres.
“Para las mujeres estaba la zaranda, pero los hombres utilizábamos era el trompo. Nos reuníamos en un lugar específico y jugábamos durante horas, casi todo el día, sin embargo, no se tomaba ningún trago. Es la única celebración donde no se consume licor” dijo Hugo Mantilla Trejo.
Hay quienes juegan Troya con el mararay, utilizándolo como una especie de canicas, donde se hace un circulo sobre la tierra y dentro de él se pone la pepa del fruto apostada. Los jugadores lanzan por turno la mararay hacia el círculo para sacar las que están adentro. El juego termina cuando todas las pepas han sido sacadas del círculo, sin embargo existen diferentes formas de practicarlo, tal como lo evidencio el reconocido cantautor llanero, Walter Silva, quien transmitió en vivo, a través de su Facebook, la práctica de este juego.
El trompo se fabrica un con una pieza de madera, preferiblemente de árbol de naranjo, totumo, limón, guayabo y pino, para tallar o labrar a mano con machete o peinilla. Posteriormente se labra en forma de cono, metiéndole una puntilla bien centrada en el corazón de la madera.
Quienes conservan la tradición aún se reúnen para jugar Troya; el cual inicia haciendo un círculo y consiste en llevar el trompo a un punto establecido por los propios participantes y quien lo logre “tiene derecho a los mapolos, mientras que al jugador perdedor se le hace astilla hasta que se le destruye el trompo”, explicó Hugo Mantilla.
En los recuerdos del historiador e investigador araucano aparece otro de los juegos de antaño llamado Mararay, el cual se practica con una pepa de color café que se produce en una palmera del mismo nombre.
“Cuando yo tenía 10 años jugaba al mararay, que consiste en adivinar cuantas pepas tiene su rival con el cual se hace la apuesta y se dicen estas palabras; “Quirimenduñe” y el contrincante tiene que responder “abra el puño” y el otro responde “sobre cuantas, si adivina”, y si logra descifrar la cantidad le da todas las pepas”, Hugo Mantilla.
Actualmente existen concursos y festivales, que se realizan en diferentes departamentos de la Orinoquía; el Meta, Vichada, Casanare y Arauca, sin embargo, desde hace años se ha perdido mucho interés por mantener estas manifestaciones, sobre todo en los jóvenes, motivo por el cual, Hugo Mantilla, propone como una necesidad trabajar en la preservación y fortalecimiento de estas costumbres culturales, en especial los Juegos Tradicionales de Semana Santa.