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Doña Felicidad, la villavicense que fue ejemplo de generosidad y amor


Según la Real Academia Española (RAE) la palabra felicidad se le atribuye al estado de grata satisfacción espiritual y física, quizás teniendo en cuenta esta definición fue que Antonio de Barrios y Martha Hernandez de Barrios bautizaron a una de sus hijas con el nombre Felicidad, una mujer que es recordada en la capital del Meta por su inmensa generosidad y alegría.


Nació el 20 de julio de 1916 en una casa que para ese entonces estaba ubicada en donde actualmente se encuentra el edificio de la Gobernación del Meta, allí vivió sus primeros años de vida y recibió una formación por parte de sus padres donde predominaban los valores, en especial el de la humildad y amor al prójimo, los cuales conservó y promovió durante 96 años.

Se casó por primera vez en 1942 con el italiano Leopoldo Lomonaco, un prestigioso ganadero de la región, quien también compartía con ella el don de la caridad. Enviudó en 1959 y aunque fue un acontecimiento que la marcó para dicha época fue que inició su grandes obras de caridad, una de las primeras fue la donación de 10.000 metros cuadrados de terreno para viviendas de interés social, donde se fundó el barrio Lomonaco, en honor a ese hombre que tanto amo.

Varios años después Gonzalo Bonilla Gutiérrez, quien era un reconocido abogado y empresario, se enamoró de la elegancia, optimismo, energía, humildad y carisma de Felicidad, se casó con ella y falleció en 1986. Aunque con ninguno de sus dos esposo tuvo hijos, muchos de los habitantes de calle la consideraban como su madre, al ser la persona que les brindó alimento de manera desinteresada durante décadas.

Aramita García, una mujer que compartió con Felicidad Barrios durante más de 5 décadas al ser su vecina, con nostalgia recuerda el 25 de noviembre de 2013, día después del fallecimiento de la mujer que durante años fue testigo de cómo se despojó de sus bienes para donarlos a quienes lo necesitaban.

“Ella ayudaba mucho a los habitantes de calle, compraba cientos de panes y leches para entregarle a todo aquel que llegará a la ventana de su casa con hambre.Él día después de su muerte muchas de estas personas llegaron a preguntarla y al enterarse de la triste noticia se sentaban a llorar como niños pequeños”, explicó Aramita.

Quizás ha sido la personas más altruista de la puerta al llano, fueron tantos sus actos de bondad y generosidad que es difícil tener la cuenta exacta de las obras que lideró, todo la tierra que donó o las actividades sociales que año tras años realizaba en los sectores en situación de vulnerabilidad del municipio.

Sin ella no hubiera sido posible la construcción de la Universidad de los Llanos, donó más de 45 hectáreas, a la Corporación Universitaria Minuto de Dios le regalo 5 hectáreas, donó una casa para La Cruz Roja, fundó la veredas Barcelona y El Cocuy, lugares donde realizó por 45 años seguidos la novenas, regalando cientos de obsequios a los niños y niñas del sector y grandes cantidades de alimentos.

“Ella compraba cuatro millones en carritos y otros cuatro millones en muñecas y el 24 no solo daba el refrigerio, también brindaba una cena que podía ser una ternera a la llanera o arroz con pollo para todos los de la vereda”, recuerda sus sobrino Vicente Barrios, su sobrino.

Fue una fiel creyente y religiosamente cada día asistía a misa, posteriormente aplicaba lo que el mismo Jesús decía al asistir a quienes más lo necesitaban, por eso muchos enfermos llegaban hasta la ventana de su casa para pedir auxilio y ella misma se encargaba de brindarles los medicamentos que requerían o financiar las consultas médicas.

Fue tan grande la huella que dejó que en la carrera 31, en pleno centros histórico de Villavicencio y donde esta ubicada la casa donde por tanto años vivió la señora Fela, como le decían de cariño, es conocido como la calle de la Felicidad, nombre que fue otorgado de manera popular en honor a su legado. También tiene condecoraciones por parte de la Gobernación del Meta, la Alcaldía de Villavicencio, la Cruz Roja, Bomberos, entre otras entidades.


El mes de noviembre, doña felicidad cumple nueve años de su fallecimiento, en We Love Villavo la recordamos como a esa mujer que disfrutaba preparando platos tradicionales de la región, escuchando música llanera y entregando grandes dosis de amor a todo aquel que tuviera la oportunidad de conocerla.


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