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Bernardo Otálora, el taxista más antiguo de Villavicencio


Suena la alarma y aún el astro rey no se ha dejado ver, son las 4:30 de la mañana cuando Bernardo Otálora inicia su rutina de aseo personal para empezar a trabajar antes del alba, pues como dice el refrán “a quien madruga Dios lo ayuda”.


Vestido con un pantalón de tela y camisa de botones sube al taxi a recorrer las calles de Villavicencio, ciudad que conoce como la palma de su mano, pues lleva más de 6 décadas en este oficio, casi toda su vida, teniendo en cuenta que actualmente tiene 82 años y 21 días.


Algunos de los compañeros de su gremio lo llaman “el papá de los taxistas”, al ser considerado el conductor de este medio de transporte público más longevo del municipio. Sin embargo, la mayoría de las personas lo conocen como “patillas” apodo atribuido a la extensión de pelo que viene en los laterales de la cara, lo cual siempre lo ha caracterizado.


Hoy conduce por calles pavimentadas, pasando por edificios y centro comerciales modernos, pero cuando inicio como taxista las calles estaban destapadas, y no existían varios barrios de la ciudad como la Esperanza, el Popular, ni mucho menos Porfía.

Para cuando tomó la decisión de manejar taxi tenía 19 años, aún era menor de edad, porque la cédula se expedía solamente a las personas mayores de 21 años, por lo que necesitó de un fiador para poder sacar su primera licencia de conducción.


El primer taxi que manejo era un Ford 53 negro y trabajaba principalmente en horario nocturno en el sector del aeropuerto Vanguardia, llevando a los llaneros que necesitaban desplazarse a los departamentos de Casanare o Arauca, siendo la ruta aérea la forma de acceso más rápida por el mal estado de la vía.


Para dicha época estos vehículos eran de colores, principalmente negros, vino tinto y blancos. En Colombia los taxis cambiaron a color amarillo cuando Guillermo Anzola, director del desaparecido Instituto Nacional de Tránsito y Transporte, expidió la resolución 026 de 1987. Aquella norma tenía como objeto unificar el diseño de los vehículos de pasajeros.

Cuando a Bernardo Otálora se le pregunta que es lo que más le ha impactado de su trabajo, responde que le ha sorprendido ver el crecimiento de la ciudad donde nació sus 5 hijos.

“Villavicencio ha crecido mucho en los últimos años, antes era tan pequeña que no éramos más de 30 taxis lo que cubrimos la demanda en el municipio”

Actualmente, en la ciudad hay miles de personas que se dedican a este oficio, pero ninguna lleva tantos años al volante como Bernardo, que continúa conduciendo taxi, pese a su edad y lo hace por dos motivos.

“Sigo conduciendo porque me apasiona y porque de eso vivo, pero probablemente me retiro a mitad de este año o el próximo, ya que por la edad me ponen problema para la licencia de conducción”, explica con un deje de nostalgia.

Como mínimo hace 30 carreras diarias, en aquellos días que él clasifica como “pesados”. Trabaja toda la mañana, solo hace un breve receso para desayunar a eso de las 9:00 a.m. y toma otro corto descanso en la tarde para almorzar, normalmente lo hace a la 1:00 p.m. y a la hora siguiente vuelve al volante hasta las 6:00 p.m.


Como todo un experto en su oficio sabe que no puede recibir carreras en ciertos lugares de la ciudad, que son considerados peligrosos, porque prefiere evitar malos momentos y ser víctima de asaltos o robos, como le ha pasado a muchos de sus compañeros.


“Patillas” sabe que no es fácil ser taxista, pero vive agradecido con la vida por su empleo, el cual le ha permitido tener ciertas comodidades, como su casa propia. Por esta razón cada que tiene un pasajero a bordo es servicial y respetuoso.


Hoy We Love Villavo le hace un homenaje aquellas personas que se destacan por conducir este medio de transporte y brindar un buen servicio a los propios y turistas.

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